Son las tres de la tarde y varios padres esperan para
recoger a sus hijos de la escuela infantil Egalia, en el
barrio de tiendas de diseño y restaurantes cool del
distrito de Södermalm, situado en una de las islas que componen Estocolmo. El
centro, para niños de entre uno y seis años, es conocido como una escuela de género neutro, una experiencia aún minoritaria incluso
en Suecia. Es público –lo financia el Ayuntamiento, y a los padres les cuesta
al mes unos 100 euros incluyendo comida– y en él se refuerzan –de forma
exagerada, para algunos–los principios de
igualdad que se enseñan en todos los colegios.
En Egalia, los
muñecos no tienen sexo. Son de trapo, blancos y negros, y sus caras tienen
muecas de risa, llanto o ira para trabajar las emociones. En otra sala hay un
póster con distintos grupos familiares: unos tienen dos padres y dos madres,
otro es una madre y un niño; otro más un padre, una madre y dos bebés… Con ese
cartel juegan a familias en vez de a papás y mamás. Los baños no tienen puerta
y no son ni de niños ni de niñas. La directora, la finlandesa Lotta Rajalin, de
58 años, empezó esta experiencia en 1998. “No solo trabajamos con género”,
aclara en la sala de reuniones. “Incluimos todos los valores democráticos. Las
piezas de Lego que usamos tienen viejos, jóvenes, personas de distintas etnias,
con diferentes habilidades”, cuenta.
Los profesores son de distintos países, de diversas
edades, y también hay varios hombres en un papel de cuidador poco habitual en
infantil en el resto del país. Para referirse a los alumnos usan palabras que
los incluyan a todos –grupo, por ejemplo– o el género neutro lingüístico –en
sueco se emplea el pronombre hen–, en vez del
masculino o el femenino. “Pero los niños pueden usar el pronombre que quieran”,
matiza Rajalin. Uno de los principios de Egalia es no atribuir necesariamente
unas características determinadas a las chicas o a los chicos por el mero hecho
de serlo. Cuando se le pregunta a Rajalin qué significa eso de género neutro
más allá del lenguaje, puntualiza con firmeza: “Nosotros no lo llamamos así, la
gente malinterpreta nuestro trabajo. En esta escuela trabajamos con el género
cultural, contra los estereotipos”. El método ha recibido las críticas de
quienes creen que con esta iniciativa se confunde a los niños. Rajalin saca un
papel con un círculo. A la izquierda, cualidades y sustantivos que se suelen
relacionar con mujeres: joyas, color rosa, sensibilidad, guapas. A la derecha,
los de ellos: ropa cómoda, fuertes, valientes, tecnología. “Lo que hacemos en
esta escuela es borrar la línea del medio, la que divide el círculo”, explica.
A la salida aguardan los padres, como Mikael, de 24
años. Es estudiante de Medicina y en un mes relevará a su mujer en la baja
parental. “La igualdad es importante para nosotros, refleja nuestra mentalidad
y los roles de cada uno, y queremos empezar pronto”, explica. Otra madre,
Kristine, de 42 años y agente de policía, cuenta que cada mañana hace un
trayecto de 30 minutos para traer a su hijo de dos años. “Es una elección, no
es la guardería más cercana”, afirma. Aquí hay, dice, diversidad, y niños
con varios tipos de familia. “El mío tiene dos madres, y es que así
es el mundo de hoy”.

Es importante desde edades bien tempranas inculcar el respeto hacia las personas y la no diferenciación de trato ni de oportunidades por ser de un género o etnia concreta. Haciendo ver que aunque puedan ser distintos, lo que de verdad importa es que sean buenas personas. Es necesario para esto olvidar los prejuicios hacia grupos sociales o etnias que lo que hacen simplemente es marcar distinciones basadas en pensamientos ilógicos.
ResponderEliminarEl hecho de trabajar los distintos tipos de familias que existen hoy en día también me parece un tema muy apropiado para esta etapa de infantil puesto que así el alumnado empezaría a verlo como lo que es, algo normal de la sociedad en la que viven.
En definitiva, creo que este método se debería de llevar a cabo en todas las escuelas y, sobre todo, durante las etapas de infantil y primaria, así se lograrían evitar tantos problemas de homofobia, xenofobia, violencia, etc.
Me parece que la existencia de ese tipo de escuelas es muy importante e innovador ya que, actualmente, la sociedad está cambiando. Tanto es así que ni las familias, ni los niños/as, ni siquiera la sociedad son como hace unos años. Entonces, ¿por qué en la escuela se sigue educando en esos valores y costumbres cuando esos han cambiado? Ahora hay mucha gente de otros países, etnias, religiones, etc. en un mismo país o ciudad, incluso en el mismo barrio; así como una mayor libertad que permite una enorme diversidad en el tipo de familias, la mayoría alejadas ya de los valores tradicionales.
ResponderEliminarDe esta forma considero muy importante la labor de esta escuela ya que promueve a edades tempranas la igualdad, previniendo que en el futuro se puedan convertir en personas que crean que unas personas están por encima de otras sólo por su raza, religión, etnia, orientación sexual, etc.
Lo que está claro es que la sociedad y la escuela, como parte de ella que es, deben ir de la mano.
ResponderEliminarAl leer este artículo he pensado "¡Como no, Suecia por delante!", sin embargo en este pensamiento aún queda un regusto amargo, no debería ser "por delante" cuando aboga a algo totalmente natural. Aplaudo el método de esta escuela por hacer visible lo que parece tabú en algunas regiones del mundo, tan sólo queda tomar ejemplo.
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